A Bertha Rincones le asesinaron a dos hijos y lleva años esperando justicia
MARÍA ISOLIETT IGLESIAS
EL UNIVERSAL
"La Bombilla se convirtió en un cementerio. Aquí ya no salimos a compartir... los que se atreven a reunirse en la calle, lo hacen hasta las 7:00 de la noche, ese es nuestro toque de queda".
Esa frase la pronunció Bertha Rincones con un claro tono de nostalgia en su voz. Y es que ella ha visto, durante los 42 años que tiene viviendo en La Bombilla, cómo la inseguridad los acostumbró a la violencia.
A Bertha, la inseguridad le arrebató a dos de sus siete hijos y lleva más de 10 años esperando por justicia. Ella, durante todo ese tiempo, ha tenido que toparse regularmente con los homicidas de uno de sus dos hijos ultimados, y sólo le queda bajar la cabeza y seguir de largo... así es la ley en su localidad. "Cuando uno está en la calle y llegan los malandros no no queda sino correr, encerrarnos y escondernos en los lugares de la casa donde haya doble pared, para que las balas perdidas no nos maten", dijo.
La honestidad de antes
Bertha sintió por primera vez el flagelo de la violencia el 20 de diciembre de 1992. A su hijo se lo asesinaron por resistirse al robo, presume ella. Sin embargo, a lo largo de 15 años el verdadero móvil es todavía un misterio. Pues la policía científica, según Bertha, nunca investigó.
"Sin embargo, eran más honestos que ahora, no pusieron que se había tratado de un enfrentamiento entre bandas, ni tampoco de algún ajuste de cuentas. Es así como hoy resuelven los casos para engavetarlos", recordó.
Otilio Coa Rincones tenía 25 años cuando murió desangrado en la puerta de una casa en el barrio El Nazareno. "Nadie lo ayudó por miedo. Nadie declaró, ni acusó a nadie".
Directo al pecho
Después de vivir la pena de perder a un hijo, Bertha presenció la muerte de su hijo menor. Un bala perdida, que a las 12:35 del mediodía del 31 de junio de 1995, entró por la ventana de la casa, le partió en dos el corazón al pequeño de 14 años.
"El proyectil entró por la ventana, rebotó en la pared de la casa y le dio en el pecho a mi muchacho. Yo lo vi morir".
Arturo José sólo alcanzó a decir: "¡Me dieron!". Luego cayó sobre los brazos de una de sus hermanas y allí dio su último respiro.
Ese día la comunidad enardecida salió a linchar al maleante que había bajado drogado desde el sector número dos hasta el uno de La Bombilla disparando al aire. Pero la policía se lo im´pidió. Se llevaron al maleante preso y seis meses después lo dejaron libre.
Desde entonces hasta hoy, Bertha se lo topa con bastante frecuencia sin poder hacer nada.
"Yo creo en la justicia de los hombres, sino en la de Dios. La de antes era mala, pero la de hoy es peor... en aquel tiempo por lo menos lo oían a uno, ahora ni eso".
Para Bertha, durante estos últimos años, la violencia ha alcanzado un pico que sigue en franco aumento. "Semanalmente yo veo por lo menos un muerto a 50 metros de mi casa".
Impunidad
- Según el registro de Primero Justicia, en el Municipio Sucre han muerto, hasta el 30 de mayo de 2007, 265 personas.
Según PJ, 90% murió en los barrios de esa localidad.
- Seis de cada 10 muertos son jóvenes entre 15 y 25 años.
- Dicen expertos en criminología, 93 de cada 100 homicidios quedan impunes.